viernes, 6 de mayo de 2011

Fauna primaveral

Eloy

Estoy de un adolescente que no me soporto.

En abril aguas mil, y en mayo, chorradas cien mil. No hay mes del año en que se celebren más comuniones, bodas y todo tipo de ceremonias que en algún momento fueron religiosas y hoy son glorificaciones del amor al dinero y auténticas fiestas de disfraces. No entraré, sin embargo, en la terrible decisión que alguien tomó hace décadas, y que millones de madres han imitado hasta ahora, de vestir a sus hijos de marineros el día de la primera comunión. Vamos no me jodas. 

Nunca he entendido la pasión de las mujeres por las bodas ajenas. Puedo entender que alguien se ilusione por su propia boda; de hecho, que no lo hiciera sería muy preocupante. ¿Pero ese frenesí salvaje que las invade al hablar y participar en bodas de otras personas? No me entra en la cabeza. 


Lo que es realmente interesante es observar cómo se viste la gente que va a las bodas. No hablo de señoras y señores que, hablo de la juventud, de esa extensa masa de población de los casi veinte hasta los cuarenta. Las chicas se maquillan de maneras que jamás osarían ni para ir a Guru en el Día del Orgullo Choni: sombras de ojos que llegan hasta las orejas, peinados que convierten a las ensaimadas de la princesa Leia y a la columna dórica (¿o era jónica?) de Marge Simpson en revoltijos de recién levantada, vestidos feos pero que ellas dicen que son elegantes... Eso sin entrar en aquello de que no pueden repetir vestido, y que si tienen diez bodas en un año, alguien va a tener que vender uno de sus riñones. Observando a los tíos, por otra parte, se ve enseguida quién ha saltado al traje (o al sucedáneo) desde un chándal del mercadillo. Mira que me han enseñado fotos de bodas, y cuando veo a esos tipos, los mismos que pueden acabar con la corbata en la frente, no puedo evitar pensar que en esos momentos se sentían como estaría un talibán si le hicieran desfilar para Victoria's Secret. Que no, joder, que no os pongáis traje, que el hábito no hace al monje y se nota demasiado que lo vuestro son los pantalones de botones y hacer de Scarface en el salpicadero de vuestro Ibiza.

Mi problema es el de siempre: no es que no me gusten las bodas, es que no me gusta la gente que va a ellas.

1 comentario:

  1. El antiguo egoldstein anda por aqui, y yo sin enterarme... Pues he vuelto por casualidad, no te creas... xD
    bienvenido otra vez!

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